Desde hace algunos años, el trabajo en el mundo, se ha convertido en una gran herramienta impulsada por los sectores que están buscando avanzar. Considerada como un arma segura de crecimiento, la red de colaboraciones está siendo utilizada en el arte por los grandes Teatros Líricos que desde hace una década trabajan compartiendo formación, producciones y artistas.
Esta metodología de trabajo requiere mantener ciertos criterios básicos comunes, si bien cada sector puede crear con autonomía, a la hora de fomentar los intercambios es claro que se necesitan unificar criterios y también garantizar ciertas calidades.
Es importante considerar que, en todos los aspectos, el “todo” es más que la suma de las partes. Al trabajar en red se generan sinergias, se integran elementos que dan como resultado algo mayor que su simple adición. Se aprovechan y maximizan las cualidades de cada uno de los elementos de la red, las fortalezas se replican en los otros miembros y las debilidades se disminuyen gracias a las fortalezas del resto.
A su vez, se inspira confianza a los otros integrantes y se legitiman las acciones tomadas por cada una de las partes, las cuales pasan a ser decisiones de grupo, pensadas hacia un objetivo común, como es la asociatividad.
Por otro lado, los tiempos actuales obligan a negociar mejor. En el arte, ninguna producción, sea oficial o independiente se puede dar el lujo de dar pasos en falso, comprometerse con cosas que luego no se pueden cumplir puede ser catastrófico, sobre todo para una compañía pequeña o que se está iniciando. Esto se aplica también a obras que se termina no haciendo, pagos de honorarios que no se realizan, etc. Por eso, mientras más grandes somos más fácil es negociar y mejores condiciones se consiguen para todas las partes. El pertenecer a redes de trabajo simplemente nos hace más fuertes.
La cooperación es otro punto elemental. Las necesidades son muchas, pero muchas veces también son las mismas. La situación puede ser una solución ya encontrada, la creatividad se potencia, son más cabezas, más ideas, más puntos de vista, pero todos apuntan a la excelencia, por ende, todo fluye mejor, porque todos los actores cumplen mejor su rol.
Hay mayor proyección, mejor información y una riqueza inigualable generada por la diversidad, porque trabajar en red no significa ser repetitivos, sino por el contrario, propone aportar desde cada uno lo mejor, en pos de un todo superior. Implementar este tipo de colaboraciones, supone un espacio de desarrollo más divertido, donde los logros se comparten y festejan, donde se busca optimizar tiempo, dinero, trabajo y esfuerzo. Apunta a un crecimiento común en la búsqueda de herramientas sólidas y a un despertar del pensamiento creativo colectivo.
Dentro de un tiempo, todo el que no esté dispuesto a trabajar en red, estará fuera del sistema; por eso generar redes de colaboración que se adapten a cada estadio
es elemental. En el arte, donde se supone que los individuos somos más creativos, no nos podemos permitir más las individualidades. No podemos seguir ponderando el ego como tampoco podemos permitir que esos egos limiten el crecimiento común.
El mundo de la lírica necesita un cambio drástico y hoy está divisándose la luz por medio de la cooperación y la creación conjunta. Cada etapa del arte debe tener su lugar, su red, pero a su vez, es indispensable que todas las redes conecten entre sí, articulen, aporten a otras, se respeten, reconozcan y se nutran, en definitiva: den el ejemplo.
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